Andrés Piñeiro

Criado y formado en ese mundo artístico y liberal, su vida da un vuelco cuando su padre fallece y repentinamente se ve obligado a hacerse cargo de los negocios familiares. Fue en las dunas del desierto del Sinaí donde trágicamente murió, el 21 de mayo de 2004, de camino al Monasterio de Santa Catalina. Una joya en el corazón de Egipto en la que buscaba inspiración para las múltiples obras en construcción que desarrollaba en aquel país, en pleno apogeo de su carrera y proyección internacional.

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¿QUIEN, CUANDO, DONDE?

Tenerife; una pequeña y paradisíaca isla de un privilegiado archipiélago del territorio español que se baña a orillas de las templadas aguas de la costa noroccidental africana.

1976; una vibrante situación geopolítica: la Transición Española. Una época de ilusión y prosperidad. El boom del turismo y la construcción en Canarias.

En ese momento y en ese lugar nace Andrés Piñeiro González, en el seno de una familia acomodada de prominentes figuras artísticas de diversos campos. Una infancia feliz, en la que fue criado escuchando los “cuentos” de su pariente el pintor surrealista Oscar Domínguez. Poco a poco crece con la diversión de un entorno desenfadado entre la cotidianidad de las obras de sus bisabuelos los hermanos Néstor y Miguel Martin Fernández de la Torre. Conocidos pintor y arquitecto representativos del movimiento modernista. Su padre, el arquitecto Andrés Piñeiro Izquierdo, autor del Gran Hotel Bahía del Duque, impulsor e icono de la revolución del turismo de lujo de Canarias, le inspira a seguir sus pasos, pasando mucho tiempo junto a él, en su estudio, en sus proyectos y en sus viajes. Se forma entre las prestigiosas universidades Architectural Association School of Architecture “AA” y el Royal College of Art “RCA” en Londres. Allí no solo se titula como arquitecto. Su carácter curioso e inquieto le lleva a desarrollar unas arraigadas aptitudes en amplios campos del arte, como la pintura, la escultura y la fotografía entre otros.

Criado y formado en ese mundo artístico y liberal, su vida da un vuelco cuando su padre fallece y repentinamente se ve obligado a hacerse cargo de los negocios familiares. Fue en las dunas del desierto del Sinaí donde trágicamente murió, el 21 de mayo de 2004, de camino al Monasterio de Santa Catalina. Una joya en el corazón de Egipto en la que buscaba inspiración para las múltiples obras en construcción que desarrollaba en aquel país, en pleno apogeo de su carrera y proyección internacional.

A partir de ese momento la vida de Andrés da un giro inesperado que le obliga a enfrentar un entorno hostil, totalmente desconocido para él. Con muchísimo esfuerzo, inmerso en ese contexto, compagina su trabajo y sus estudios para terminar su carrera universitaria. Obtiene su titulación internacional de arquitectura entre sus nuevas obligaciones y la responsabilidad de cuidar del legado de su padre, continuando así con sus obras y negocios. Necesitado y con sed de conocimiento, amplía en 2008 sus competencias cursando un programa directivo en el IESE de Madrid, que le permite enfrentarse a sus nuevos retos.

Es ahí, en Madrid, donde descubre su capacidad literaria. Si bien había jugado con la poesía desde su época en Londres, es en Madrid donde comienza los cimientos de su primera obra “El niño que perdió su querido cometa”. Esa novela fantástica nace como una carta de amor sin la intención de convertirse en una obra literaria, pero el devenir de la vida y su lucha por prosperar encuentran en la escritura un desahogo, que va plasmando poco a poco y que finalmente se convierte en una herramienta de sanción y descubrimiento para él. Así su narrativa y su propia persona van creciendo y madurando a la par, a veces definiendo y ampliando la prosa de esa raíz, de esa carta de amor y otras en poemas aislados que se unen para conformar lo que será su segunda obra “Piñeiro: el valor de crear”. Un libro en el que trabaja actualmente, donde aúna su faceta más artística, exponiendo una colección de sus variadas obras de arte y proyectos junto a sus poemas.

Amante de la naturaleza y la aventura, viaja por el mundo, empapándose de la gran variedad de culturas y entornos de este maravilloso planeta. Cruza océanos y mares que lo llevan a muchos lugares excepcionales donde aprender cosas nuevas. Recientemente, su amor por la naturaleza le lleva a dormir bajo las estrellas en la remota isla de Bali, en mitad de la selva indonesia, para estudiar las impresionantes condiciones y potencial del bambú y así aplicarlo en la arquitectura y el medio ambiente.

A pesar de estar rodeado de tanta cultura y saber, sufre la soledad del llamado síndrome del superdotado, por lo que busca en su imaginación y extremada sensibilidad un refugio donde crear un universo maravilloso a través de sus actuaciones creativas.

Su tremenda inquietud curiosidad y pasión por el arte y su trabajo, le llevan a desarrollar muchos campos a lo largo de su vida. Se desarrolla como arquitecto en diferentes países y con diversas morfologías, pero la literatura es el medio mediante el cual ha conseguido hilar sus múltiples facetas creativas. Visualizando espacios, esculpiendo esos escenarios y pintando esos paisajes en su imaginación. Creando ese universo mágico y esos personajes bajo una perenne manera de ver el mundo que le hace cuestionarse todo y bucear para encontrar las respuestas que busca.

Una curiosidad innata que le ha llevado a traspasar las meras cuestiones estéticas y adentrarse en la filosofía y psicología del ser humano o incluso en la investigación y desarrollo de mejoras técnicas en el campo de la náutica y las energías renovables.

Actualmente vive en República Dominicana, donde disfruta de su privilegiada naturaleza, continuando su camino personal y profesional, acompañado de su nueva pasión: El polo.

Arquitecto de estudios, autodidacta y comprometido con sus otras facetas. Tiene algo de artista polifacético; diseñador, fotógrafo, escultor, escritor, filosofo, inventor, empresario, filántropo… en fin, atributos de una persona curiosa que encontró en las dificultades de la vida cosas que nunca pensó que fuese capaz de ser.

¿QUÉ?

“La realidad es que no sé cómo definirme…me cuesta, porque a veces me pierdo en mis capacidades, en mi mundo. La forma que encuentro para regresar es volver con una nueva creación. A veces es arquitectura, a veces es pintura, otras es escultura, un invento, una reflexión, una historia … a veces aisladas y otras son la suma o mezcla de ellas. Por eso no sé cómo definirme. ¿Qué soy? No lo se. Lo único que siempre está presente es crear, así que solo puedo decir que soy creador.”

“Creo espacios, colores, historias. Creo sensaciones, emociones, experiencias.”

¿POR QUÉ?

Lo hago porque creo en la humanidad. Tengo fe en ella y creo que para ser esa humanidad que yo veo, tenemos que cuidar de su alma. Esa voz frágil que se quiebra si no se mima. Esa voz que nos guía a la paz, a la felicidad y al amor. Esa voz que nos da fe y esperanza.

A lo largo de mi vida, me he sentido muy solo e incomprendido en muchas ocasiones. Viajar a un universo imaginario, donde visualizo la belleza, la pureza y la bondad, le da a mi alma lo que necesita para susurrarme esas claves y las semillas de mis creaciones. Por eso quiero compartirlas. Porque surgen de esa verdad. Porque a pesar de esa soledad e incomprensión, realmente creo en la nobleza del ser humano. Porque me gustaría mimar a esa voz que nos guía y que nos puede convertir en esos seres excepcionales que todos admiramos y que todos podemos llegar a ser.

Como artista admiro a esos fenómenos que buscan y protegen la verdad; a esos locos que se cuestionan todo adentrándose solos en lo desconocido. Porque llegar a lo más recóndito del ser, implica sufrimiento y lucha, pero también nos desvela sus misterios y nos trae luz a nuestro mundo.

Eso es lo que busco: luz. Así que mi propósito es llegar al origen… tocar el alma. Conmoverla para que nos guie y nos de esa fe y esa esperanza que yo mismo necesito.

¿CÓMO?

No todo en la vida tiene respuesta… Yo solo sé que no podría hacer lo que hago si no hubiese sufrido. Porque nunca habría tenido la necesidad de crear ese mundo para escapar de mis tormentos. Lo hago como lo siento. Surge de mi interior. De esa voz que me susurra.

Ese mismo sufrimiento me ha llevado a entender la relatividad de la verdad. He entendido que los seres humanos somos emocionales, no racionales. Las emociones son relativas. Son nuestra verdad: la manera que tenemos de interpretar lo que nos rodea. El arte es la forma más directa de llegar a esas emociones, de hacernos sentir nuestra verdad. Ese es el vehículo que utilizo para conmover, cuidar e inspirar al ser humano. Lo hago con mis creaciones a través del entendimiento. De la empatía. De la tolerancia. Del perdón.

Me inspiro en la naturaleza. Simplemente es perfecta tal y como es. Por eso trato de preservarla y estar en contacto con ella.

Trato de disfrutar del milagro de la vida. Me parece fundamental aprovechar esos placeres para hacer el camino más llevadero. Por eso cocino, porque me gusta comer. Viajo porque me gusta aprender y descubrir la inmensidad de la naturaleza de nuestro planeta. Juego al polo porque me divierte, me mantiene sano y esos animales me serenan y me dan paz. Toco la percusión porque simplemente me evade y me gusta.

Me hago preguntas y busco respuestas, por eso también me intereso por la filosofía y la psicología. Puede parecer romántico, en desuso o anticuado, pero considero que son fundamentales si no queremos acabar los unos con los otros y mantener este planeta. Al fin y al cabo, es una suerte, un privilegio y un milagro que podemos disfrutar de él. Todo lo que existe, todos los seres vivos, todas las almas, son perfectas, deberíamos de cuidarlas y cuidarnos con amor y con respeto.

Tendríamos un mundo maravilloso para toda la eternidad.

Solo puedo decir que Dios me ha dotado de unas condiciones: Dislexia, altas capacidades, PAS (Persona altamente sensible) … Esas condiciones me han generado muchas dificultades en la vida, pero me han dado la oportunidad de hacer lo que hago también. Para mí es un don y lo agradezco a pesar del sufrimiento. Las ideas me vienen a la cabeza sin más. No sé por qué. Muchas veces me hablan en sueños. Me reconfortan, me sanan y me hacen crecer. Por eso quiero compartirlo. Es mi manera de cuidar de la humanidad y del plantea. Ese es para mí, el poder del arte. Ese es el valor de crear.